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La suposición de que todo lo pasado se conserva es válida incluso en la vida mental sólo a condición de que el órgano de la mente haya permanecido intacto y que sus tejidos no hayan sido dañados por traumatismos o inflamaciones. Pero las influencias destructivas que pueden compararse a causas de enfermedad como éstas nunca faltan en la historia de una ciudad, incluso si ha tenido un pasado menos accidentado que Roma, e incluso si, como Londres, apenas ha sufrido las visitas de un enemigo.