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El psicoanálisis nos ha enseñado que los primeros objetos de amor elegidos por el niño son incestuosos, y que esos objetos son prohibidos: su madre y su hermana. También hemos aprendido la forma en que, a medida que crece, se libera de esta atracción incestuosa. Un neurótico, por otra parte, muestra invariablemente cierto grado de infantilismo psíquico. O bien no ha logrado liberarse de las condiciones psicosexuales que prevalecían en su infancia, o bien ha vuelto a ellas, dos posibilidades que pueden resumirse como inhibición y regresión del desarrollo.