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No es extraño que hombres de nota y erudición, atraídos por la riqueza simbólica de la masonería, así como por su espíritu de fraternidad quizás, también por su secretismo comenzaran en fecha temprana a pedir ser aceptados como miembros de la orden; de ahí Masones Aceptados. No está claro hasta dónde se remonta la costumbre de admitir a estos hombres en la Logia, pero se pueden encontrar indicios de ello en los documentos más antiguos de la orden.