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Un escritor muy respetado me preguntó a bocajarro en la cara si realmente me importaba. Sin ganas de estrangularlo o de soltarle unas cuantas palabrotas, me mordí la lengua, le dije que me había ofendido y me fui.
Un escritor muy respetado me preguntó a bocajarro en la cara si realmente me importaba. Sin ganas de estrangularlo o de soltarle unas cuantas palabrotas, me mordí la lengua, le dije que me había ofendido y me fui.