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  • En este mundo moderno nuestro, mucha gente parece pensar que la ciencia ha convertido de algún modo en inoportunas o anticuadas ideas religiosas como la inmortalidad. Creo que la ciencia tiene una verdadera sorpresa para los escépticos. La ciencia, por ejemplo, nos dice que nada en la naturaleza, ni siquiera la partícula más diminuta, puede desaparecer sin dejar rastro. La naturaleza no conoce la extinción. Sólo conoce la transformación. Si Dios aplica este principio fundamental a las partes más diminutas e insignificantes de su universo, ¿no tiene sentido suponer que lo aplica a la obra maestra de su creación, el alma humana?