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  • Después de que a un hombre inferior se le haya enseñado una doctrina de superioridad, seguirá siendo tan inferior como lo era antes de su lección. Se asumirá a sí mismo como superior e intentará emplear sus tácticas recién aprendidas contra los suyos, a los que considerará sus inferiores. Con cada hombre inferior disfrutando de lo que considera su papel único, todo el grupo se reducirá a una manada de monos pavoneándose, engreídos y egocéntricos que retozan en una isla de ignorancia. Allí jugarán sus juegos bajo la supervisión de su guardián, que fue y siempre será un hombre superior.

    Anton Szandor LaVey (2000). “The Devil's Notebook”, p.143, Feral House