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Si no eres compulsivamente monomaníaco, nunca harás una película. Es como coger el mismo chicle, cada mañana, y decir: "Vale, tiene mucho sabor", y seguir mascándolo.
Si no eres compulsivamente monomaníaco, nunca harás una película. Es como coger el mismo chicle, cada mañana, y decir: "Vale, tiene mucho sabor", y seguir mascándolo.