El exceso de información se ha convertido en un cliché dominante. A medida que todos los recursos -desde la energía hasta la información- se hacen más abundantes, la presión de la escasez económica recae cada vez más sobre un residuo clave, y esa única escasez se cierne cada vez más estricta y controladora. La escasez que rige la economía de la información es el tiempo: los fragmentos de un segundo, las horas de un día, los años de una vida, la latencia de la memoria, el retraso de los cables de aluminio, el tiempo de comercialización, el tiempo de metástasis, el tiempo de jubilación.