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Sé mejor oyente. Practica el arte de escuchar en todo lo que hagas. No sólo escucharte a ti mismo y a tu cuerpo, sino también a la gente que te rodea, al mundo vegetal y animal. Abre bien los oídos a lo que te llega. A partir de ahí, fíjate si puedes tener la capacidad de responder en lugar de reaccionar. Y eso suele venir con la escucha. Si la observación y la escucha son profundas, la acción también lo será.