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Si el racismo no es el todo del Tea Party, está en su corazón, junto con el odio ciego, un desinterés total por el bienestar de los demás, y un rechazo auto-racionalizador en toda regla a aceptar los resultados de las elecciones, o la realidad de la democracia, o la estrechez de sus mentes y la igual estrechez de su apoyo público.