Autores:
  • Aquí estaba el problema: uno debe ser más celoso para agradar a Dios que para evitar el pecado. Uno debe sacrificarse por completo a los propósitos de Dios, incluso hasta el punto de cometer errores morales. La obediencia a Dios debe estar orientada hacia el futuro y ser celosa y libre, y ser un mero moralista o pietista haría imposible una vida así.