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Yo, John Hancock, ... siendo de edad avanzada y de mente y memoria perfectas -gracias sean dadas a Dios-, recordando la mortalidad de mi cuerpo y sabiendo que está establecido que todos los hombres mueran una vez [Hebreos 9:27], hago y ordeno esta mi última voluntad y testamento.Principalmente y en primer lugar, entrego y encomiendo mi alma en las manos de Dios que la dio; y mi cuerpo lo encomiendo a la tierra... sin dudar que en la resurrección general volveré a recibirlo por la misericordia y el poder de Dios. . .