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  • Cuando aún eres joven y no eres adulto, quieres tenerlo todo en tus manos, pero si tienes las manos abiertas hacia la oración, eres capaz de extender los brazos y dejarte llevar sin saber adónde. Sabes que sólo la libertad que te ha traído el soplo de Dios te conducirá a una vida nueva, aunque la cruz sea el único signo de ella que puedas ver.