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  • Los costes de la ignorancia de la ciencia no son sólo prácticos, como políticas equivocadas, curas olvidadas y un desarme unilateral de la competitividad nacional. También hay un coste moral. Es un hecho asombroso de nuestra especie que entendamos tanto sobre la historia del universo, las fuerzas que lo hacen funcionar, de qué está hecho, el origen de los seres vivos y la maquinaria de la vida. No cultivar estos conocimientos demuestra una indiferencia filistea ante los magníficos logros de que es capaz la humanidad; es como dejar que una gran obra de arte se pudra en un almacén.