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Recuerdo que mi madre me dijo en una ocasión: "Mel, sé que puedo contar contigo". Decidí que siempre podría contar conmigo. No la defraudaría. La quería demasiado. Su confianza en mí lo era todo. Hoy sigo sintiéndome así. Siento lo mismo por los Hermanos. Nunca quiero defraudar al Presidente Hinckley ni a ninguno de los otros líderes de la Iglesia. Pero, aún más importante, nunca quiero defraudar al Salvador, porque lo amo más que a nada.