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Mi destino no se puede dominar; sólo se puede colaborar con él y, por tanto, en cierta medida, dirigirlo. Tampoco soy el capitán de mi alma; sólo soy su pasajero más ruidoso.
Mi destino no se puede dominar; sólo se puede colaborar con él y, por tanto, en cierta medida, dirigirlo. Tampoco soy el capitán de mi alma; sólo soy su pasajero más ruidoso.