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Mi querido Papa, besaré tus pies y te reconoceré como obispo supremo si adoras a mi Cristo y concedes que por su muerte y resurrección, y no por guardar tus tradiciones, tengamos el perdón de los pecados y la vida eterna.
Mi querido Papa, besaré tus pies y te reconoceré como obispo supremo si adoras a mi Cristo y concedes que por su muerte y resurrección, y no por guardar tus tradiciones, tengamos el perdón de los pecados y la vida eterna.