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Pero tú, poeta divino, cantaste hasta el final mientras el enjambre de ménades rechazadas te atacaba, chillando, dominaste su ruido con armonía, y de la pura destrucción surgió tu canto transfigurado.
Pero tú, poeta divino, cantaste hasta el final mientras el enjambre de ménades rechazadas te atacaba, chillando, dominaste su ruido con armonía, y de la pura destrucción surgió tu canto transfigurado.