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  • A lo largo del primer periodo cristiano, todas las grandes calamidades -hambrunas, terremotos y plagas- provocaron conversiones masivas, otra influencia indirecta por la que las enfermedades epidémicas contribuyeron a la destrucción de la civilización clásica. El cristianismo tiene una deuda formidable con la peste bubónica y la viruela, no menos que con los terremotos y las erupciones volcánicas.

    Hans Zinsser (2011). “Rats, Lice and History”, p.139, Transaction Publishers