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El amor, para el hombre inferior, sigue siendo casi totalmente una cuestión física. La heroína que más admira es la que ofrece la provocación sexual más grosera; el héroe que hace que su mujer ponga los ojos en blanco es un falo peregrino.
El amor, para el hombre inferior, sigue siendo casi totalmente una cuestión física. La heroína que más admira es la que ofrece la provocación sexual más grosera; el héroe que hace que su mujer ponga los ojos en blanco es un falo peregrino.