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Tenemos que empezar a pensar en América como una familia. Tenemos que dejar de chillarnos los unos a los otros, dejar de hacernos daño y, en su lugar, empezar a cuidarnos, a sacrificarnos y a compartir con los demás... No podemos avanzar si los cínicos y los críticos se abalanzan sobre nosotros y desmenuzan cualquier cosa que vaya mal, hasta el punto de que perdamos de vista lo que es correcto, decente y singularmente bueno de Estados Unidos.