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Me odio a mí mismo por no poder creerlo con tanta constancia y seguridad como debiera; pero ninguna criatura humana puede saber con exactitud cuán misericordiosamente se inclina Dios hacia los que creen firmemente en Cristo.
Me odio a mí mismo por no poder creerlo con tanta constancia y seguridad como debiera; pero ninguna criatura humana puede saber con exactitud cuán misericordiosamente se inclina Dios hacia los que creen firmemente en Cristo.