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El tesoro más elevado y precioso que recibimos de Dios es que podemos hablar, oír, ver, etc.; pero cuán pocos reconocen que éstos son dones especiales de Dios, y mucho menos dan gracias a Dios por ellos.
El tesoro más elevado y precioso que recibimos de Dios es que podemos hablar, oír, ver, etc.; pero cuán pocos reconocen que éstos son dones especiales de Dios, y mucho menos dan gracias a Dios por ellos.