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Como director, es increíblemente fácil ser egoísta. Claro que lo es, porque tienes a 200 personas en el plató todos los días escuchando cada una de tus palabras y todo lo que dices vale, y eso puede ser un poco corruptor. Y en realidad, para ser un buen director, tienes que eliminar el ego, porque lo que has hecho es rodearte de gente brillante. Déjalos que sean brillantes y tú sólo guíalos y dirígelos como puedas, pero no hasta el punto de ser autoritario.