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Lo que ocurrió durante los preestrenos del [musical] "Tabú" fue que era la primera vez que se hablaba de mí como un gran compositor: lloré. Lloré a lágrima viva, porque no era lo habitual: "Oh, era un drogadicto y hacía esto y lo otro...". Fue realmente mirar la música y fue realmente elogioso. Fue algo enorme.