Nuestros teléfonos juegan con nuestro nerviosismo natural a la hora de ser vulnerables con los demás, pero eso no significa que no podamos recomponernos y decir: tenemos que hablar entre nosotros porque es en la conversación, la cosa más humana y humanizadora que hacemos, donde nace la empatía, donde nace la intimidad, donde nace la relación.