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Cuando planteé por primera vez la cuestión del llamado Estado Islámico en la Conferencia de Seguridad de Múnich en febrero, hablando de su economía, su flexibilidad y su patología, la gente pensó que intentaba asustarles. Pero ahora hemos experimentado precisamente eso. Si Al Qaeda era la versión 2.0 del terror, el Estado Islámico es la versión 5.0.