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Cuando los excesos, como la laxitud de las normas crediticias, se generalizan y persisten durante algún tiempo, la gente se deja llevar por una falsa sensación de seguridad, lo que crea una situación aún más peligrosa. En algunos casos, los excesos traspasan las fronteras regionales o nacionales, elevando la apuesta de inversores y gobiernos. Estos excesos acabarán por terminar, desencadenando una crisis al menos proporcional al grado de los mismos. Las correlaciones entre clases de activos pueden ser sorprendentemente altas cuando el apalancamiento se deshace rápidamente.