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Un punto de inflexión es invisible, como acabamos de ver en Grecia. En la mayoría de las situaciones, todo parece ir bien hasta que deja de ir bien, hasta que, por ejemplo, nadie se presenta a una subasta del Tesoro.
Un punto de inflexión es invisible, como acabamos de ver en Grecia. En la mayoría de las situaciones, todo parece ir bien hasta que deja de ir bien, hasta que, por ejemplo, nadie se presenta a una subasta del Tesoro.