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En la actualidad, parece que está de moda derribar a los poderosos de sus asientos y revolcarlos en el fango. Esta práctica merece una condena enérgica. El culto a los héroes es una fuerza tremenda de elevación y fortalecimiento. Humanidad, tengamos nuestros héroes. Sigamos creyendo que algunos han sido verdaderamente grandes.