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  • Estoy convencido de que planificar sabiamente es bueno. Pero los planes, al igual que las posesiones materiales, deben mantenerse siempre a raya. Sí, ¡siempre! Planifica sabiamente, pero prepárate para que Dios reorganice las cosas y te lleve por caminos que pueden parecerte peligrosos. No te preocupes; Él sabe lo que hace. Y no está obligado a informarte... ¡ni a pedirte permiso para alterar tu ordenada agenda!