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De la noche a la mañana, mi vida pareció transformarse por completo. Fue bastante asombroso, y a partir de entonces las visitas e invitaciones siguieron llegando a diario hasta que se convirtieron en motivo de queja para nuestra casera, que se vio obligada a contratar a un criado más para responder a los golpes de los lacayos empolvados en su humilde y algo endeble puerta.