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La mayoría de la gente se engaña voluntariamente con una fe doblemente falsa; creen en la memoria eterna (de los hombres, las cosas, los hechos, los pueblos) y en la rectificación (de los hechos, los errores, los pecados, la injusticia). Ambas cosas son una farsa. La verdad está en el extremo opuesto de la balanza: todo será olvidado y nada será rectificado. Toda rectificación (tanto la venganza como el perdón) será asumida por el olvido.