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  • Sansón se aplastó a sí mismo y a sus enemigos hasta la muerte bajo las ruinas de un edificio. Sólo se le puede excusar aduciendo que el Espíritu del Señor, que obraba milagros a través de él, se lo había ordenado. Pero, aparte de tales hombres exceptuados por el mandato de una ley justa en general o de Dios, la Fuente misma de la justicia, en un caso especial, cualquiera que mate a un ser humano, a sí mismo o a otro, es culpable de asesinato.

    Saint Augustine (2008). “The City of God, Books I–VII (The Fathers of the Church, Volume 8)”, p.54, CUA Press