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Pero hagamos hincapié en que el bien y el mal, la justicia y el pecado, no dependen de las interpretaciones, convenciones y actitudes del hombre. La aceptación social no cambia el estatus de un acto, convirtiendo lo incorrecto en correcto. Si todas las personas del mundo aceptaran la homosexualidad, esta práctica seguiría siendo un profundo y oscuro pecado.