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  • Construí una trampa para duendes que parecía un pequeño hotel. Había una rampa por la que el duende podía entrar en el hotel, ver una olla de oro de Lego al otro lado, intentar alcanzarla, caer por una trampilla, atravesar un tubo, acabar en una lata de galletas y quedar atrapado. Mi madre, alentando mi locura, me dijo que el duende podría escapar y que necesitaba un vaso de whisky ahí abajo para mantenerlo ocupado mientras estuviera dentro.

    Fuente: collider.com