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Una buena ética del trabajo no es tanto una preocupación por el trabajo duro como una preocupación por la responsabilidad. De hecho, ha habido muchos hombres y mujeres que han utilizado el trabajo, el ajetreo o la ambición egoísta como un escape de la verdadera responsabilidad, un escape del propósito. En estas cuestiones, el trabajador es tan disfuncional como el perezoso.