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Nunca conocí a un hombre más libre de presunción, o a alguien para quien fuera en mayor medida un placer, así como un deber reconocido, escuchar pacientemente lo que se le pudiera decir sobre cualquier tema en consideración..... Tampoco, apenas necesito decirlo, tenía el hábito de hablar, y mucho menos jactarse, de sus propios logros.