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La vida no nos da esos prácticos indicadores: llega una tormenta, y lejos de ser un presagio de muerte y colapso, durante su transcurso la persona descubre el amor y la verdad, la belleza y la felicidad, mientras la lluvia azota las ventanas.
La vida no nos da esos prácticos indicadores: llega una tormenta, y lejos de ser un presagio de muerte y colapso, durante su transcurso la persona descubre el amor y la verdad, la belleza y la felicidad, mientras la lluvia azota las ventanas.