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  • La sociedad se arroga el derecho de infligir un castigo atroz al individuo, pero también tiene el vicio supremo de la superficialidad, y no se da cuenta de lo que ha hecho. Cuando termina el castigo del hombre, lo deja solo; es decir, lo abandona en el mismo momento en que comienza su más alto deber hacia él.

    Oscar Wilde, Russell Jackson, Ian Small (2000). “The Complete Works of Oscar Wilde: De profundis, "Epistola : in carcere et vinculis"”, p.101, Oxford University Press on Demand