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El secreto para vivir en la prisa del mundo con un mínimo de dolor es conseguir que el mayor número posible de personas te acompañen en tus delirios; el truco para vivir solo aquí arriba, lejos de todos los enredos, atractivos y expectativas agitadoras, aparte especialmente de la propia intensidad, es organizar el silencio, pensar en su plenitud en la cima de la montaña como capital, en el silencio como riqueza que aumenta exponencialmente. El silencio envolvente como tu fuente elegida de ventaja y tu único íntimo.