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El ferrocarril de Fitchburg toca el estanque a unas cien varas al sur de donde vivo. Suelo ir al pueblo por su calzada, y estoy, por así decirlo, relacionado con la sociedad por este vínculo. Los hombres de los trenes de mercancías, que recorren toda la longitud de la vía, me saludan como a un viejo conocido, se cruzan conmigo tan a menudo, y al parecer me toman por un empleado; y así es. A mí también me gustaría ser reparador de vías en algún lugar de la órbita terrestre.