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  • Los terrores del niño son bastante razonables, y se suman a su belleza; porque su total ignorancia y debilidad, y su encantadora indignación sobre una base tan pequeña de capital obligan a todos los espectadores a tomar parte.

    Ralph Waldo Emerson (1870). “Society and Solitude: Twelve Chapters”, p.206, London S. Low, Son & Marston 1870.