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La cámara [de Richard Avedon] se detiene en las cosas horribles que la edad puede hacer en los rostros de la gente: en la carne flácida, la piel flácida, los feos crecimientos, los ojos hinchados, los cuellos anudados, las arrugas sin rumbo, la boca temerosa y ansiosa, las marcas dejadas por la enfermedad, la locura, el alcoholismo y la decepción irreversible.