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Mi padre me decía: 'Toca una escala', yo tocaba una y él decía: '¿Y el resto? Tiene que haber una más arriba', así que las descubríamos. Empezaba la escala en la raíz del acorde y llegaba hasta donde me alcanzaba la mano sin salirme de la posición, digamos cinco trastes, y luego volvía hasta el final. Así que, cuando practicaba, empezaba enseguida con las escalas. Además de las habituales, tocaba escalas de tonos enteros, disminuidas, de séptima de dominante y cromáticas. Todas las formas de acordes, hasta arriba, y esto me llevaba una hora.