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Un buen comerciante tiene que tener tres cosas: una incapacidad crónica para aceptar las cosas al pie de la letra, sentirse continuamente inquieto y tener humildad.
Un buen comerciante tiene que tener tres cosas: una incapacidad crónica para aceptar las cosas al pie de la letra, sentirse continuamente inquieto y tener humildad.