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A veces pensamos que ser agradecidos es lo que hacemos después de resolver nuestros problemas, pero qué terriblemente miope es eso. ¿Cuánto nos perdemos en la vida por esperar a ver el arco iris antes de dar gracias a Dios porque llueve? Ser agradecidos en tiempos de angustia no significa que estemos contentos con nuestras circunstancias. Significa que, a través de los ojos de la fe, miramos más allá de nuestros desafíos actuales. No es una gratitud de los labios, sino del alma. Es una gratitud que sana el corazón y expande la mente.