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  • Necesitamos encontrar a Dios, y no se le puede encontrar en los ruidos y la inquietud. Dios es amigo del silencio. Mira cómo la naturaleza -árboles, flores, hierba- crece en el silencio. ¿No es nuestra misión dar a Dios a aquellos con los que caminamos? No un Dios muerto, sino un Dios vivo y amoroso. Cuanto más recibimos en la oración silenciosa, más podemos dar en la vida activa. Necesitamos el silencio para poder tocar las almas. Lo esencial no es lo que decimos, sino lo que Dios nos dice a nosotros y a través de nosotros. Las palabras que no dan la luz de Cristo aumentan la oscuridad.