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La lección que esto enseña y que todo afroamericano debería meditar bien, es que un rifle Winchester debería tener un lugar de honor en cada hogar negro, y debería usarse para esa protección que la ley se niega a dar. Cuando el hombre blanco, que siempre es el agresor, sepa que corre el mismo riesgo de morder el polvo cada vez que lo hace su víctima afroamericana, tendrá más respeto por la vida afroamericana. Cuanto más cede, se encoge y suplica el afroamericano, cuanto más tiene que hacerlo, más se le insulta, se le ultraja y se le lincha.