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  • Pero a mis espaldas oigo siempre el carro alado del Tiempo que se acerca veloz; Y allá delante de nosotros se extienden los desiertos de la vasta eternidad. Tu belleza no se encontrará más, Ni, en tu bóveda de mármol, sonará Mi canción resonante; entonces los gusanos probarán Esa virginidad largamente preservada, Y tu pintoresco honor se convertirá en polvo, Y en cenizas toda mi lujuria. La tumba es un lugar hermoso y privado, pero creo que nadie se abraza allí.

    "To His Coy Mistress" l. 31 (1681)